¿Eres una de esas personas que rechina o aprieta los dientes de manera inconsciente? Pues te encuentras entre el 10 y el 20% de la población que lo hace. El estrés es la causa más importante de este acto, que realizamos generalmente durmiendo pero también despiertos (en situaciones de concentración, conduciendo,…).
La mayoría de las personas no son conscientes de ese bruxismo hasta que no aparecen síntomas claros, como sensibilidad en los dientes o, incluso, fisuras y fracturas dentarias, combinados con dolores musculares en las sienes y en los músculos de cierre de la boca (maseteros), en las articulaciones mandibulares y dolores de cabeza tensionales. Estas reacciones dolorosas se deben a que la contracción muscular provoca inflamación e hipoxia en el músculo.
El primer paso del tratamiento para hacer frente al bruxismo es ser conscientes de que estamos apretando los dientes, para, al menos, de manera consciente, tratar de evitarlo durante el día. En segundo término, y en función de las secuelas producidas por este apretamiento, el dentista determinará si es necesario realizar tratamientos restauradores o indicar solamente una férula de descarga.
Este tipo de dispositivo impide que la fuerza muscular con la que se aprieta sea tan alta (favorece la relajación de los músculos implicados).
Sin embargo, hay personas que presentan tantas cefaleas y molestias en los músculos faciales que la colocación de una férula, o incluso los tratamientos de fisioterapia, no son suficientes para eliminarlos. Como alternativa, se está probando a inyectar toxina botulínica en los músculos temporales y maseteros; gracias al efecto que causa, paralizando el músculo, se logra reducir la fuerza de apretamiento y, por tanto, la sensación de dolor. Sin embargo, la duración de estos efectos es limitada en el tiempo, no superando los 4 meses.
Un reciente estudio ha comparado el efecto de la férula de descarga y la toxina botulínica en personas con bruxismo. Ambos procedimientos redujeron el dolor de manera similar, y, además, el efecto fue más duradero en los que utilizaron la férula. A pesar de ello, los autores concluyeron que la toxina botulínica podría ser interesante en individuos que, por cualquier causa, (por ejemplo, alergias de contacto, náuseas, etc.) no pudieran utilizar una férula.
Varios estudios similares llegan a las mismas conclusiones, indicando que la reducción en la actividad muscular inducida por la toxina botulínica puede ser beneficiosa en estos casos de apretamiento dental. Sin embargo, se necesitan muchos más estudios para confirmar que la toxina botulínica es segura en este tipo de tratamientos y que puede emplearse de forma rutinaria en personas con bruxismo.