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«Ha sido diseñada una técnica que induce la producción y crecimiento de cristales de apatita para crear una estructura idéntica a la del esmalte dental natural».

El esmalte dental, es la capa de hidroxiapatita que recubre nuestras piezas dentales, constituye el tejido más duro de nuestro organismo. Una ‘dureza’ totalmente necesaria dado que, en su misión como ‘protector’ de los dientes, este esmalte debe soportar las fuerzas mecánicas del masticado y la exposición a ambientes muy ‘hostiles’, como es el caso de las temperaturas extremas y la acidez de algunos alimentos y bebidas durante toda la vida. De hecho, el deterioro del esmalte es la causa de la aparición de las caries y de otras enfermedades que pueden dar lugar a la pérdida del diente y es que una vez deteriorado ,o perdido, y a diferencia de lo que sucede con la inmensa mayoría de tejidos del organismo, el esmalte no se puede regenerar. O así ha sido hasta ahora, dado que investigadores de la Universidad Reina María de Londres (Reino Unido) han hallado la manera de dirigir el crecimiento de materiales mineralizados para regenerar los tejidos duros como el esmalte y también los huesos.

Cada vez es mayor el número de adultos que padecen hipersensibilidad dentinaria o ‘sensibilidad dental’, esto es, episodios de dolor dental agudo y transitorio provocados por la exposición de la dentina (material mineral que, comúnmente conocido como ‘marfil’, se sitúa entre el esmalte y la pulpa) a estímulos externos, como sería el tomar una bebida fría. De hecho, se estima que en torno a un 15% de los adultos de nuestro país ya padece este tipo de hipersensibilidad. Pero, ¿por qué se produce? Pues simple y llanamente, por la erosión o abrasión del esmalte que cubre los dientes. Y es que una vez dañado este esmalte, la dentina queda expuesta a los estímulos externos.

Capítulo aparte merecen las caries dentales, el principal problema de salud bucodental (cuando no de salud en general) en todo el mundo. Unas cavidades cuyo origen se encuentra en las especies bacterianas que habitan en la placa dental, que una vez finalizadas nuestras comidas tienen por costumbre liberar ácidos que erosionan el esmalte. Pero su labor destructiva no acaba ahí. Superado el esmalte, continuarán horadando la dentina y llegarán a la pulpa dental, a través de la cual accederán al torrente circulatorio.

Los autores han desarrollado un material proteico específico capaz de desencadenar y guiar el crecimiento de nanocristales de apatita de una manera similar a cómo ocurre durante el proceso natural de formación del esmalte dental.
De ahí la importancia del control del proceso de mineralización descrito en este estudio, con el que se ofrece la posibilidad de crear materiales que imiten distintos tejidos duros del organismo. Sería el caso, además del esmalte, de la dentina e, incluso, de los huesos. Como concluyen los autores, «nuestro trabajo tiene el potencial de ser empleado en una gran variedad de aplicaciones en medicina regenerativa».